Entre los amantes de la cultura, la cuenca de Jelenia Góra es valorada como una región histórica con numerosos castillos y palacios. En las estribaciones de las montañas Jizera y los areniscas de Łaba, en la Baja Silesia, también se encuentran fincas históricas en pequeños pueblos, donde la tradición del agroturismo se combina armoniosamente con la vida rural. Para los entusiastas del “slow travel”, aquí, al pie de los Montes de los Gigantes, esta tendencia se manifiesta en su forma más pura.
En una colina al norte de Jelenia Góra, en el pueblo de Wleń, se encuentra la aldea de Tarczyn. Desde allí se abre una vista hacia los Montes de los Gigantes y las montañas Jizera. El tiempo parece fluir más lentamente, y la dinámica del mundo exterior se refleja en las montañas del horizonte. Las casas dispersas en los alrededores mantienen la privacidad, pero al mismo tiempo fomentan relaciones cercanas entre los residentes.
Un camino rural lleva al extremo oriental del pueblo. Allí, hace años, comenzó la aventura de Urian Hopman. En una época en la que internet aún no ofrecía infinitas inspiraciones, este diseñador y escenógrafo holandés estudiaba libros de arquitectura y proyectos que combinaban edificios antiguos con conceptos residenciales modernos. Estas influencias y su visión lo llevaron a una parcela: una antigua posada en estado de ruina.
Hoy, tras años de arduo trabajo, Urian se presenta como inspirador y anfitrión ante una nueva etapa. Reflexiona sobre su camino: desde su llegada a Polonia, los inicios del proyecto hasta el desarrollo de una casa única. Antes de entregar el lugar a nuevos propietarios o anfitriones, invita a visitantes, como potenciales compradores, a una visita.
viaje lento) ofrece experiencias conscientes, auténticas y tranquilas. A través de la plataforma polaca slowhop.com, esta tendencia ha crecido desde 2015 mediante alojamientos cuidadosamente seleccionados, a menudo en edificios históricos y únicos. El objetivo es crear una conexión personal con el lugar, promover productos locales y un enfoque sostenible hacia el turismo. ¡Descubre el encanto del alojamiento rural en Polonia!

- Holandeses y propiedades históricas
- Llegada a Polonia: primeros pasos y experiencias
- Vida en Polonia vs. Países Bajos
- Motivación para la restauración
- Restauración al detalle: visión, ejecución y duración
- Descubrimientos personales durante el proceso
- Desafíos del proyecto: momentos difíciles y soluciones
- Creatividad de un escenógrafo
- Tarczyn hoy: una mirada al futuro
1. Urian, suena a cliché, pero ¿por qué los holandeses aman las casas históricas?
Amo el barroco y su superposición, riqueza y alma dramática. Las casas históricas irradian un encanto que la arquitectura moderna rara vez ofrece. Muchos holandeses, a menudo sin saberlo, sienten lo mismo: les atrae la herencia, las historias y la profundidad de los edificios antiguos.
La Edad de Oro moldeó nuestro sentido del oficio y el detalle. Las casas históricas son como cápsulas del tiempo: llevan las huellas del pasado, imperfecciones y humanidad. Para mí, son una celebración de la historia y la creatividad que inspira.

2. Polonia es más internacional de lo que muchos creen. ¿Cómo llegaste por primera vez a Polonia y cómo ha evolucionado tu vida desde entonces?
Llegué a Polonia por primera vez en 1993 como diseñador para una empresa holandesa que, entre otras cosas, fabricaba decoraciones navideñas. Eso me llevó a una fábrica de vidrio en la Baja Silesia. Honestamente, en ese momento, Polonia era para mí casi un país desconocido. Para muchos europeos occidentales, era un “punto blanco” en el mapa, tanto geográfica como culturalmente.
Sin embargo, me sorprendió la naturaleza intacta y la ausencia de la agitación económica, lo que consideré inmediatamente una gran ventaja. Sentí de inmediato un extraño efecto de paz y espacio abierto, algo que prácticamente ya no existía en los Países Bajos.
Regresé una y otra vez, primero por trabajo, luego por afecto personal. Encontré amigos, obtuve inspiración y, poco a poco, me enamoré de esta región. Después de cinco años y muchas visitas, supe que quería vivir aquí.
Durante mis viajes exploratorios, encontré Tarczyn y una parcela abandonada con una vista impresionante. La parcela en sí no era hermosa en ese momento, pero algo me atrajo. Todavía no puedo explicarlo del todo, pero en ese lugar ahora se encuentra una casa reconstruida: no es perfecta, pero tiene alma. Me impactó profundamente.
Los años de construcción, la vida tranquila en armonía con la naturaleza y la experiencia de todas las estaciones en su máxima belleza me acercaron a mí mismo.
Fue un viaje lleno de altibajos, pero lo viví con amor y dedicación. Como artista y amante del barroco, encuentro belleza en las capas, las imperfecciones y los momentos vividos. Polonia me ha regalado precisamente esa riqueza.

3. ¿En qué se diferencia la vida en Polonia de la de los Países Bajos?
La vida en Polonia es mucho más lenta y menos frenética que en los Países Bajos. La gente aquí vive en armonía con la naturaleza, las estaciones y el ritmo diario, lo que influye en el ritmo cotidiano. Esto me permite concentrarme más en los detalles y apreciar las alegrías simples que pasarían desapercibidas en las ciudades aceleradas.
En los Países Bajos, la vida social es intensa y organizada. En Polonia, es más comunitaria y espontánea. Los vecinos se conocen, se ayudan mutuamente y los eventos sociales tienen una atmósfera diferente: menos formal, más humana.
En términos de trabajo, Polonia ofrece más espacio para la creatividad y la experimentación. Los proyectos a menudo evolucionan orgánicamente, no según un plan estricto, lo que me conviene mucho como diseñador. En los Países Bajos, los proyectos suelen estar más estructurados y estandarizados.
En cuanto al estilo de vida, Polonia ofrece más espacio y libertad. Puedo vivir en paz y privacidad, pero al mismo tiempo ser parte de una comunidad vibrante. En los Países Bajos, hay más restricciones espaciales y culturales, y la vida urbana es más dinámica.
Sin embargo, he conservado la precisión holandesa y el sentido del detalle, lo que me ayuda a combinar ambas culturas: la organización de los Países Bajos con la libertad y autenticidad de Polonia. Esta combinación se refleja en mi enfoque hacia la restauración y el diseño de interiores.
En general, la vida en Polonia me ha brindado mayor plenitud y la posibilidad de ser yo mismo, mientras que las experiencias de los Países Bajos me han aportado disciplina y habilidades técnicas. Ambos entornos se complementan e influyen en mi vida diaria y en mi trabajo creativo.

4. ¿Qué te motivó a restaurar una propiedad histórica?
Mi motivación fue dar vida a un lugar que lleva consigo una historia y, al mismo tiempo, permite la expresión creativa. Desde el principio, me atrajo la combinación de lo antiguo y lo nuevo: el respeto por la estructura histórica y la posibilidad de aportar comodidad y diseño modernos. Quería que el lugar no solo sobreviviera, sino que cobrara una nueva vida.
Como escenógrafo, percibo los espacios de manera diferente a un arquitecto convencional. Cada detalle, rincón, luz y material forma una composición. Mi objetivo era que la casa contara su historia y, al mismo tiempo, ofreciera a los huéspedes o residentes una experiencia e inspiración propias.
Otra motivación fue conectar el entorno y la comunidad. Tarczyn ofrece paz, cercanía con la naturaleza y experiencias auténticas, algo raro. Quería que la casa y sus jardines sirvieran no solo para mí, sino también para las personas de alrededor: como un lugar de encuentro, inspiración y descanso.
Por último, pero no menos importante, la motivación fue personal: el desafío de la restauración fue un camino de crecimiento personal, aprendizaje y descubrimiento de nuevas habilidades. Cada tarea, desde el trabajo de construcción hasta el diseño de interiores, me impulsó hacia adelante y me trajo nuevos conocimientos y autoconciencia.
El objeto histórico me atrajo por su espíritu. Las paredes antiguas, la pátina y las huellas de generaciones pasadas me inspiraron a crear un lugar que honre el pasado y, al mismo tiempo, abra espacio para la vida y la creatividad contemporáneas.
En resumen, mi motivación fue una combinación de amor por la historia, sensibilidad artística, desarrollo personal y el deseo de crear un lugar con sentido para la comunidad, los huéspedes y las generaciones futuras.

5. Realizaste casi toda la restauración tú mismo y encargaste muchos elementos a medida. ¿Tenías una idea clara desde el principio sobre el uso futuro y cuánto tiempo tomó todo el proceso?
Al principio, mi idea era simple: quería crear un hogar cómodo para mí, mi familia y amigos, un lugar donde pudiéramos disfrutar juntos del paisaje idílico. Pero, como suele ocurrir con estos proyectos, la idea evolucionó con el tiempo.
Al restaurar un granero de 125 años, una estructura increíblemente encantadora, me di cuenta del espacio que tenía a mi disposición: ¿por qué no aprovecharlo más? Así surgió la idea de crear apartamentos para alquilar, no como un gran destino turístico, sino como un lugar donde las personas puedan sentirse como en casa en un entorno atmosférico cercano a la naturaleza.
La restauración y el diseño son mi pasión; el proceso creativo en sí fue una enorme fuente de energía. Disfruto especialmente buscar los materiales adecuados y combinar lo antiguo con lo moderno. Durante mis viajes como diseñador, recolecté muebles, obras de arte y telas únicas. Una vez incluso compré un camión entero de azulejos marroquíes. Para mí, estos hallazgos son como los bloques de construcción de la atmósfera: cada objeto contribuye al carácter del lugar.
La restauración tomó varios años, en parte porque quería hacerlo todo yo mismo, y en parte porque algunas decisiones maduraron gradualmente. Sin embargo, eso es parte de un proyecto así: nunca termina del todo, crece contigo.

6. Durante el proyecto, descubriste muchas cosas, incluso sobre ti mismo. ¿Cómo influyó el proceso de restauración en tu percepción y enfoque de vida?
La restauración y la vida diaria en Tarczyn me enseñaron paciencia y atención al detalle. Cuando trabajas con materiales históricos, cada piedra, cada grieta cuenta una historia. Poco a poco, me di cuenta de que no se trata solo del edificio, sino también de cómo uno aborda la vida y los desafíos.
Durante el trabajo, a menudo enfrenté problemas inesperados: materiales que no funcionaban o complicaciones estructurales. Cada uno de esos momentos fue también una lección sobre cómo encontrar soluciones creativas y centrarse en lo que realmente importa. Aprendí a dar espacio a la improvisación y a aceptar el proceso tal como es.
Este proceso me fortaleció y cambió mi enfoque hacia la creación. Me di cuenta de que la belleza reside en la superposición de experiencias y en las imperfecciones que dan carácter al espacio. Al igual que con los edificios históricos, en la vida, cada capa y cada experiencia tienen su significado.
En última instancia, esta experiencia me ayudó a entenderme mejor a mí mismo. Aprendí a escuchar mis instintos, respetar el ritmo de las cosas y valorar el silencio y el espacio que permiten que la creatividad crezca. Tarczyn no solo se convirtió en un lugar de restauración de una casa, sino también en un espacio de crecimiento personal y autoconocimiento.

7. ¿Cuáles fueron los mayores desafíos del proyecto y cómo los resolviste?
Cada proyecto de restauración de un edificio histórico trae sus propios desafíos. En mi caso, fue una combinación de problemas técnicos, logísticos y creativos. Por ejemplo, algunas partes del edificio estaban tan dañadas que su conservación era imposible y debían ser reemplazadas por nuevos elementos que respetaran el carácter original de la casa.
Otro desafío fue la coordinación de artesanos y proveedores. Quería trabajar con personas que tuvieran sensibilidad por el detalle y pudieran apreciar el valor histórico de los materiales. A veces, eso significaba esperar más de lo habitual, pero el resultado fue un trabajo con sentido y realizado con cuidado.
El aspecto financiero del proyecto también fue un desafío. La restauración de propiedades históricas nunca es barata, y es necesario encontrar constantemente un equilibrio entre la inversión y la calidad de la ejecución. Aprendí a planificar, ser flexible y aceptar que algunas cosas evolucionan gradualmente.
Los momentos más difíciles estuvieron relacionados con la incertidumbre: cuando no sabía si completaría el proyecto según mis expectativas o si los materiales llegarían a tiempo y en la calidad deseada. Estas situaciones me enseñaron a confiar en el proceso y a ser creativo al buscar soluciones.
En última instancia, fueron precisamente estos desafíos los que definieron el proyecto. Sin ellos, el camino no habría sido tan valioso, y el espacio no tendría tanta profundidad y autenticidad. Cada problema fue una oportunidad para aprender algo nuevo y avanzar en el proyecto hacia el resultado que ves hoy.

8. Vives en Tarczyn y has creado apartamentos para huéspedes a medida. ¿Cómo influye tu experiencia como escenógrafo en su diseño? ¿Los conceptos surgen de antemano o se desarrollan con el tiempo?
Mi trabajo como escenógrafo influye en cada aspecto del diseño. Siempre trato de que el espacio cuente una historia y que cada detalle tenga un significado. Los conceptos suelen surgir durante el propio proceso: comienzo con una visión básica, pero el diseño real se forma cuando los materiales, la luz y la atmósfera del espacio se unen.
Con los apartamentos para huéspedes fue lo mismo: tenía una idea básica, pero la forma específica de las habitaciones, la combinación de colores y materiales, así como la selección de muebles, se fueron formando mientras trabajaba en el lugar. El proceso es muy intuitivo: dejo que el espacio responda a la luz, la textura y el paisaje circundante.
Me gusta combinar elementos históricos con detalles modernos. Cada mueble, tela o accesorio tiene su propia historia y contribuye a la atmósfera general. Al igual que en un escenario cinematográfico, aquí se trata de la armonía entre la función, la estética y las emociones que el espacio evoca en los huéspedes.
Así se fueron formando los apartamentos gradualmente: no fue un plan estrictamente predefinido, sino un proceso de descubrimiento, experimentación y ajuste. El resultado es auténtico, vivo, y cada espacio tiene su propio estado de ánimo que refleja la historia de la casa y mi experiencia como escenógrafo.

9. ¿Qué pueden esperar los nuevos propietarios en Tarczyn y cómo pueden continuar tu trabajo para que este lugar siga encantando a las futuras generaciones?
Para mí, Tarczyn siempre ha sido un lugar lleno de posibilidades. No lo considero una herencia que deba preservarse, sino un capítulo abierto: ingredientes que he recolectado y preparado para que alguien pueda crear su propia obra. Cada nuevo propietario tiene total libertad para hacer con la propiedad lo que considere correcto. No hay expectativas, no hay un guion fijo. Toma la llave, abre la puerta y llena el espacio con tus propias ideas y ritmo.
Se vive en un pequeño pueblo: solo tenemos doce habitantes, pero créeme, no es nada pequeño. Es una comunidad cálida y abierta de jóvenes y mayores con diferentes orígenes, que tienen un gran corazón el uno por el otro y por el arte y la cultura.
Lo que siempre he apreciado especialmente aquí es el espacio natural que cada uno tiene para ser sí mismo. Sin expectativas, sin restricciones. Nada está prescrito, todo está permitido.
Un hermoso ejemplo de la vida en el pueblo es el picnic cultural anual: una tarde colorida y social en la que se comparte la creatividad a través de la comida, la música, las historias y el arte. Puedes participar o simplemente disfrutar de la atmósfera. Y una cosa es especialmente notable: la gente aquí te recibirá con los brazos abiertos. De verdad.
Por cierto: Mi negocio de agroturismo ha construido una muy buena reputación en la región y tiene una clientela fiel. Si decides continuar con esta tradición, depende, por supuesto, solo de ti, pero sería una pena que se perdiera. Puedes ganar algo con ello, es un trabajo increíblemente enriquecedor y los huéspedes siempre están deseando regresar.
Lo que hace que este lugar sea tan especial para mí es la combinación de espacio, paz y cercanía con la naturaleza. Mi casa está en el borde de un pequeño asentamiento; los vecinos están lo suficientemente cerca como para sentir una comunidad, pero disfrutas de total privacidad. La vista al sur es única: todos los días miro los Montes de los Gigantes, directamente hacia Sněžka. Allí hay nieve hasta mayo: un telón de fondo que cambia constantemente y es impresionante.
Frente a la casa se extiende un paisaje suavemente ondulado de bosques y prados, sin casas ni caminos, solo naturaleza y una rica fauna: aves rapaces, ciervos, corzos, zorros y jabalíes. En verano, las mariposas revolotean y los pájaros cantan. Gracias a la orientación sur, hay luz y sol todo el año. Las estaciones son muy perceptibles aquí, especialmente el otoño con sus cálidos colores. Tengo el privilegio de vivir en este límite entre el cielo y la tierra: un paraíso que una y otra vez toca el alma.

Me gusta darle a cada interior un carácter distintivo para que se sienta diferente a todos los demás.
